El uso de la palabra “sinhogarismo” se ha vuelto cada vez más común en los últimos años. En Provivienda y HOGAR SÍ utilizamos esta palabra, que ya ha sido reconocida como neologismo válido por la Fundación del Español Urgente (Fundéu), aunque aún no ha sido añadida en el diccionario por la RAE, para describir una realidad social desafiante y compleja que afecta a unas 37.000 personas en España1: la falta de hogar.
Referirnos únicamente a “personas sin hogar” invisibiliza factores de tipo social, económico y político que provocan la situación de estas personas, al tiempo que las responsabilizamos de cuestiones que no dependen únicamente de ellas. Más allá de las características individuales o condiciones particulares que llevan a una persona a vivir en la calle, entendemos que existen diferentes factores que determinan las circunstancias para que una persona acabe en esta situación. El sinhogarismo es un problema multidimensional que exige soluciones integrales y transformaciones políticas y sociales. No tener una casa no es una elección personal, es un problema estructural que, por desgracia, afecta a todas las sociedades.
Un enfoque de derechos
El sinhogarismo no solo afecta al derecho a la vivienda, sino también a la salud o al empleo. Es una situación que daña la dignidad y la libertad de las personas, al tiempo que les expone a una serie de peligros derivados de la vida sin un hogar. Además, puede tener consecuencias en términos de salud mental y física, seguridad y privacidad, así como en el acceso a oportunidades y servicios esenciales.
Las personas sin hogar son más propensas a padecer agresiones, discriminación y aislamiento social, lo que puede perpetuar su situación de vulnerabilidad y exclusión residencial. La mitad de las personas en situación de sinhogarismo han sufrido delitos de odio. Esta violencia permanece en muchas ocasiones oculta salvo en los casos más extremos. Es una violencia insidiosa y continua hacia las personas sin hogar que tiene un alto impacto en la manera que estas personas perciben sus propias vidas. La aporofobia es el odio o el rechazo a la pobreza y debemos combatirla.
Además, los últimos datos del INE sobre sinhogarismo no dejan de alarmarnos en lo que respecta a violencia de género: el 22% de las mujeres señala que la principal razón por la que abandonó su hogar y terminó en situación de sinhogarismo es haber sufrido violencia ella o sus hijos. La situación de sinhogarismo es una negación grave de un derecho básico, no puede ser una salida para nadie, mucho menos para situaciones de violencia ejercida hacia las mujeres.
Lo que no se nombra no existe
El lenguaje construye realidad, así que es importante usar la palabra sinhogarismo porque enmarca un fenómeno que es evitable. Las administraciones públicas deben impulsar y liderar programas para que el sinhogarismo deje de ser una realidad percibida como inevitable. Al hacerlo, además de fomentar la conversación sobre cómo garantizar múltiples derechos, estamos impulsando nuevas narrativas y desterrando otras palabras que se han utilizado tradicionalmente para describir a las personas que se encuentran en esta situación y que estereotipan, cosifican, deshumanizan y restan la dignidad que todo ser humano merece. De ese modo ponemos el foco en los problemas estructurales y en la temporalidad de la situación, la cual tiene solución.
El uso de la palabra «sinhogarismo» puede ayudar a promover una mayor unidad entre en la comunidad y buscar juntas soluciones innovadoras desde un enfoque de derechos, basadas en la vivienda y en metodologías centradas en las personas que resuelvan de manera coordinada y efectiva el problema del sinhogarismo. ¡Claro que hablamos en serio!
- El número total de personas que recoge la Encuesta a personas sin hogar del INE asciende a 28.552. Sin embargo, esta cifra podría ser un 30% mayor, según estimaciones de HOGAR SÍ, ya que no recoge a aquellas personas que viven de manera estable en la calle, solo las que acuden a centros.
- Fuente de los datos: INE.