“Cuando fui a tomar la foto del SIS (Servei d’Inserció Laboral), me di cuenta de que justo en el parque de enfrente había mesas de ping pong, lo cual me recordó a los largos períodos en los que me sentí como una pelota siendo pasada de un servicio social a otro. Sin recursos económicos para usar el transporte público, moverse de un lado a otro se convierte en un juego de ping pong a pie, lo cual genera mucha impotencia. Los profesionales están saturados y las personas no recibimos la atención a la que tenemos derecho. Nos derivan a otros lugares sin admitir que carecen de recursos y, por lo tanto, no pueden ayudarnos”.